Festival de los Nueve Dioses Emperadores
como se denomina en el idioma chino, atrae cada año durante nueve días a centenares de miles de personas a la isla de Phuket, en cuyos templos se funden ritos y tradiciones principalmente taoístas, pero también confucionistas y budistas.
Al comenzar el Festival
en el alba, los beatos entran en trance, bajo la mirada de las esculturas doradas de dragones y estatuillas de dioses sobre palanquines, mientras mantienen su cuerpo constantemente en movimiento buscando el «equilibrio» o «Yin y Yang», poseídos por alguno de los dioses de la cosmología china.
Tras adoptar la personalidad de una de las deidades, los elegidos comienzan a hacer aspavientos, emitir sonidos guturales y hablar en dialectos chinos, señal de que están preparados para perforar sus mejillas con objetos punzantes, armas o, en alguno de los casos, elementos tan dispares como una bicicleta.
El propósito del evento es purificar el cuerpo y el alma, por lo que la dieta debe ser vegana, los asistentes han de vestir de blanco, abstenerse de practicar sexo y beber alcohol. Las embarazadas, mujeres con la menstruación y personas de luto no pueden asistir.
Durante las procesiones
Durante las procesiones, el blanco de las vestimentas contrasta con el estallido de colores amarillo, naranja, rojo y verde de los atuendos e imágenes religiosas, con el gris del asfixiante humo de las tracas de petardos y sobre todo, con la sangre que en muchos casos cubre el torso de los creyentes que se flagelan.
A partir del sexto día, aumenta la variedad de los rituales, que incluyen caminar sobre ascuas o escalar escaleras de sables para el deleite de un público de todas las edades.
Aunque los devotos curan y desinfectan sus heridas con aceite bendecido y símbolos religiosos, existen casos puntuales en los que tienen que ser atendidos por los equipos médicos al final de la procesión.
Según la versión del Ministerio de Turismo tailandés
los orígenes del festival se remontan a 1825, cuando una compañía de opera china que visitaba Phuket sufrió una epidemia de Malaria y consiguió sanarse rezando a dos de los dioses emperadores y llevando a cabo una dieta vegana para superar la dolencia.
Desde entonces, el festival, que también se celebra en varios países del Sudeste Asiático donde la comunidad china es numerosa, como Malasia o Singapur, ha ganado año a año más afluencia y espectacularidad en los rituales autolesivos.
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